Lo que no tiene nombre
“¿Querías un prólogo? ¡Ahora tenés dos!”, ensayé para mis adentros una escena de reproche que jamás sucedería. Sepan disculpar, entonces, lo inusual de dos prólogos.
“Enfado muy violento, deseo de venganza.”
“A veces no son suficientes las lágrimas que ya lloramos, tenemos que pedirles por favor que continúen”.
Saramago, La Caverna
“Depresión del humor, profundo pesimismo, pérdida de la iniciativa y de los intereses afectivos.”
“Volver a encontrar o a encontrarse, recuperar cualidades o hábitos perdidos.”
“¿Querías un prólogo? ¡Ahora tenés dos!”, ensayé para mis adentros una escena de reproche que jamás sucedería. Sepan disculpar, entonces, lo inusual de dos prólogos.
Odiaba a los médicos que no lo habían salvado, a los maestros que lo habían menospreciado y a Lucy, la china del supermercado que le regalaba golosinas, también.
Algunos necesitamos contar historias de guerras ya libradas, o de amores imposibles en transatlánticos condenados a hundirse.